El área de Formación Ética y Ciudadana debe transformar en contenidos de enseñanza una serie de conocimientos sobre la persona humana y sus formas de interacción con otros para la consecución del bien común.

Es conveniente que en los primeros años de la enseñanza básica esos conocimientos no sean enseñados directamente en un espacio curricular fijo. El niño de 5 a 12 años, no tiene la experiencia suficiente para comprender los múltiples problemas que intervienen en las decisiones relativas a la ética cívica de la comunidad donde vive. Antes, atendiendo a formas saludables de construcción de su personalidad moral, es preciso que vivencie experiencias de racionalidad práctica en espacios de encuentro con otras personas, y es la escuela la institución pública que puede y debe proporcionársela y paulatinamente vincularlo con otros ámbitos públicos de su contexto.

Es por eso que se ha pensado que en estos años de escolaridad, los contenidos de FEC deben ser muy bien trabajados y mediados de modo que los saberes relativos a la formación en una ética ciudadana, atraviecen los contenidos de las diferentes áreas, y den el sentido formativo a todo el curriculum institucional.

Trabajar la Ética como área transversal, implica considerar a la escuela como una esfera pública, un espacio de ciudadanía, una pequeña república donde los ciudadanos se introducen en el ejercicio de la racionalidad práctica a través de experiencias de participación, de deliberación y de búsqueda de acuerdos sobre los asuntos comunes.

Si el niño no aprende en la escuela a participar en la toma de decisiones sobre asuntos que lo involucran, si no crece en un ámbito donde es considerado como sujeto y como ciudadano actual y no meramente como futuro votante, no podemos esperar que luego sea el sujeto de los cambios que la nación demanda a nivel ético-político; más bien será un objeto de poder y de decisiones ajenas, o buscará construir un poder corporativo y no la construcción del bien común.

De allí la importancia de la FEC en la escuela y de su enseñanza transversal. Ella señala, al decir de C.Cullen, "el otro sujeto que lo disciplinar", a saber: el sujeto corporal, histórico y social, y nos permite llegar a la persona humana como sujeto complejo; aquel que conoce, delibera, decide, actúa.

La innovación educativa que la sociedad demanda a través de la FEC no consiste sólo en innovar estrategias didácticas de asignaturas tradicionales. Requiere nuevos posicionamientos filosóficos y epistemológicos en directivos, docentes, padres, asesores técnicos, que permitan articular el trabajo pedagógico en torno al desarrollo del pensamiento crítico y creativo.

No basta con que haya sido recogida en encuestas la demanda social de formar a las personas como ciudadanos responsables, participativos y como sujetos de democracia. Tampoco basta que se haya colocado en los Contenidos Básicos Comunes un área curricular, la FEC, y se haya acordado Contenidos. Hemos señalado ya cómo esa instancia en los primeros años de la pasada década, implicó un espacio de lucha por significaciones provenientes de comunidades disciplinares diferentes. De allí que pensamos que, al innovar el curriculum en las escuelas, se debe recuperar la sustancia de aquél hito público y promover las preguntas didácticas fundamentales a las que nos hemos referido en el Núcleo Interprtetativo "Proyectos, proyectos didácticos y Fomación Ética y Ciudadana".

Lo público -como sostuvo ya Kant- es recurrir a la racionalidad que toda persona tiene por el sólo hecho de ser persona y poseer la facultad de la inteligencia para discernir sobre los asuntos que se vinculan a los intereses comunes. Aunque por tiempos políticos, frecuentemente se dan negociaciones entre cuerpos con poder profesional, lo propiamente político o público consiste justamente en la creación de espacios donde se recurre a la inteligencia y a la experiencia de todos, a los saberes empíricos cívicos que toda persona tiene por el sólo hecho de vivir en una comunidad determinada. Mucho más cuando tal comunidad forma parte de un mundo notablemente intercomunicado como el de hoy.

Es evidente que (por señalar sólo alguno de los aspectos que frecuentemente se mencionan), para formar a los niños en una democracia participativa, se debe conocer claramente el tipo de democracia que nuestra constitución actualmente prescribe y reflexionar sobre las formas de ingerencia cívica que posibiliten el cambio a una democracia participativa.

Es evidente que (por señalar otro aspecto también frecuentemente mencionado), si se quiere formar a los niños como ciudadanos críticos, es necesario conocer que el modelo económico dominante en la actual fase del desarrollo capitalista, más bien construye a los ciudadanos como consumidores y que un discurso fuerte en torno a los derechos, otorga derechos difusos de reclamos posteriores al daño que a los ciudadanos inflingen las grandes empresas multinacionales movidas por el interés de mayor beneficio.

Muchos contraejemplos podrían mencionarse a los propósitos declamados respecto al área de FEC en la normativa de la última década. De allí que nuestra propuesta es modesta en cuanto a ambiciones de poner rápidamente en marcha acciones aisladas en el aula. Sabemos que un curriculum de FEC implica un auténtico proceso de innovación curricular, con impacto en el sistema educativo, en los restantes espacios públicos y por supuesto en la sociedad en su conjunto.

De lo investigado a lo largo de tres años, inferimos que es desde la FEC desde donde se deben establecer los fines de la educación en este tercer milenio. En esto reconocemos la altura de funcionarios políticos y profesionales que establecieron que fuese un área profundamente crítica de la práctica y epistemológicamente sistematizadora de diversos campos disciplinares, la que fijara de manera transversal esos fines, en tanto contenidos éticos y de formación ciudadana.

Pero a la vez, en la escasez de prescripciones en los ulteriores niveles de decisión (jurisdiccional e institucional), advertimos la enorme dificultad de nuestro país para tomar decisiones que dignifiquen a los habitantes como personas dignas y como ciudadanos en un contexto internacional diferente y amenazador precisamente para quienes no cultiven estos saberes de la vida práctica.

La pasada década implicó al país enormes esfuerzos económicos para poner en marcha un proceso de tranformación educativa. Sin embargo, las matrices técnicas de formación que aún existían, malograron considerablemente la posibilidad de una mayor incidencia en la escuela. La actualización a través de la difundida capacitación en servicio de la RFFDC dinamizó intereses profesionales pero no fortaleció líneas de formación democrática y de participación en debates sobre políticas públicas en los agentes del sistema educativo. Con ello quedó más bien reforzado el modelo técnico de un rol docente transmisor.

Conocedores de la incidencia del proceso de reforma educativa en las escuelas, nuestra propuesta está basada en el trabajo de construcción de Proyectos Transversales de Formación Ética y Ciudadana consustanciados con los Proyectos Educativos Institucionales (PEI).

En otro lugar nos habíamos referido al enorme valor que tiene para la innovación educativa, el hecho de constituir los PEI en auténticas políticas institucionales con valor normativo, sobre la base de acuerdos institucionales surgidos de procesos de participación, de reflexión y de decisión respecto a qué transformaciones y cómo pueden ponerse en marcha en cada institución educativa (Albarracín, D.: Informe Técnico sobre Coordinación de proceso de construcción del PEI en los IFDC de la provincia de Mendoza, Mza., mayo de 1998).

El proceso de investigación sobre el curriculum de FEC nos permite pensar esos acuerdos institucionales y esos procesos de reflexión, como resultados de un trabajo transversal de apropiación de contenidos de esta área por parte del cuerpo docente de las escuelas de enseñanza básica. Los docentes, aunque no sean Máster en Ética -como decía uno de nuestros entrevistados- deben apropiarse de contenidos que no han sido abordados en general en todos estos años de capacitación en servicio.

A través de nuestro trabajo de campo, hemos podido constatar que los docentes se han apropiado de lenguaje técnico actualizado de diversas disciplinas, especialmente de Lengua, Matemática, Ciencias Naturales y Ciencias Sociales. Sin embargo, no ocurre lo mismo con el lenguaje filosófico. No han tenido experiencias de trabajo crítico con los contenidos disciplinares en aras de un trabajo interdisciplinar cuya significatividad y sentido formativo esté dado por el propósito de formar a los niños como ciudadanos críticos, transformadores de las estructuras que obstaculizan el desarrollo del país y las oportunidades de justicia para los habitantes.

La ausencia de capacitación en los temas filosóficos (cuestión que venía señalada como demanda social hace ya casi una década), ha obstaculizado la transformación del rol profesional de los docentes. Éstos, en general, no articulan su hacer en la escuela con el proyecto político del país y con el destino de los niños. Más bien, perciben los problemas como problemas de gesión social que, con la agudización de la crisis, atentan contra el cumplimiento de sus funciones.

Creemos que la posibilidad de construir un curriculum de FEC está íntimamente ligada a la práctica de un rol profesional diferente que posicione a los actores de las escuelas como copartícipes de la administración de los espacios públicos o políticos y no sólo como ejecutores de decisiones de la dirigencia.

De allí que nuestra propuesta de construir Proyectos Transversales requiere como condición previa la autoafirmación de la escuela como una organización con tanta legitimidad como otros espacios públicos. Espacios que suelen vincularse con ella sobre la base de representaciones de un poder político externo superior y con facultades de prescripción respecto a la actividad escolar.

Como modo de comenzar a pensar un curriculum institucional de FEC, le invitamos a leer el artículo "Los Proyectos Transversales y su articulación con los P.E.I. como estrategia de desarrollo curricular del área de Formación Ética y Ciudadana" y analizar el formato de Proyectos Transversales que proponemos en el Artículo "Modelo Orientador para Proyectos Transversales de Formación Ética y Ciudadana en 1ro. y 2do. ciclos de EGB".